25 de diciembre de 2010

Navidad, Navidad, linda Navidad....

Al leer el título de este blog, seguro les llega alguna melodía típica de estas fechas y que curiosamente no es ningún villancico venezolano.

Eso es porque nuestra tradición navideña está más centrada en lo que vamos a comer, a beber, a bailar, a recibir como regalo... que en el verdadero significado de la Navidad (¿recuerdan? ¿un niño que nació en un pesebre hace más de 2000 años? ¿qué no tenía dónde nacer? ¿les suena?)

Claro, no es para sentirse culpable porque en todo el mundo hacen lo mismo y ,alguno, seguro no tiene ni peregrina idea de que es una festividad religiosa (como los chinitos que elaboran todas las mariqueras con que adornamos las casas). Unido al sincretismo de los árboles verdes e iluminados, el gordo barbudo vestido de rojo, las botas o medias que cuelgan en casa sin chimenea y la mezcolanza indígena-española de la hallaca... Total, la Navidad da para todo.

Sin embargo, y aunque parezca que es obligado, utilizar esta época para visitar o encontrarnos con familiares y amigos que no ves durante el año, recordar tu inocencia de la infancia a través del compartir las historias, pensar en otro a la hora de buscar un regalo o hacer una comida para compartir; nos transforma y hace crecer.

Por eso, en lugar de dejarnos abatir por la "grinchitud" que puede brotar ante la situación actual del país, la crisis económica mundial, las noticias de las maldades de los espíritus poco evolucionados que pueblan este planeta y pare de contar; invito a que nos dejemos invadir por la "energía de lo posible", la que revierte las situaciones adversas, la que brota del afecto y logra los cambios.

En lugar de Feliz Navidad, quiero desearles "Feliz Transformación"

¡Así sea!

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