30 de agosto de 2012

La piedra

Hay personas que son como piedras. No por lo duras sino porque te tropiezas con ellas muchas veces de manera inesperada.

Algunas son piedras pequeñas, insignificantes, de esas cosas que nadie voltearía a ver. Sin embargo, el impacto de esa pequeña piedra puede ser tremendo sobre tu vida.

Así como cuando salta de improviso y golpea el parabrisas de tu carro. Puede que no lo rompa, pero queda golpeado o astillado y ya no hay manera de eliminar esa marca.

Si tenías un buen parabrisas y tomas las medidas inmediatas, seguro que reparas la fisura y evitas que se haga mayor y destruya el vidrio. Pero la marca siempre queda... Cuando la ves piensas que esta vez te salvaste, pero ¿qué pasará si la piedra aparece de nuevo? ¿o si es otra más grande?

Hay que estar consciente de las pequeñas piedras. Tal vez solas no hagan mucho daño pero si se impulsan con fuerza y velocidad, si impactan en un lugar sensible, pueden lastimarte y hasta matarte.

Por eso, hay que hacer el trabajo de blindarse, de estar atentos, de defender a los más vulnerables,
de tener piedras mayores y no creer en la existencia de pequeñas piedras porque, al final, todas son igual de peligrosas.

Foto de Angelvilu